Este post complementa al anterior, analizaremos algunos aspectos fundamentales del niño a partir del primer año y medio en adelante, cuando dejan de ser bebés. La ventana de oportunidad que existe hasta los 6 años es determinante para la persona adulta en que se convertirá. De nuevo te mostramos consejos para sacarle el máximo partido al desarrollo de tu hijo.
El contacto físico con los niños sigue siendo primordial durante los primeros años para que su cerebro reconozca cada centímetro de su cuerpo, para desarrollar su propiocepción y que movimientos globales como gatear, caminar, correr, saltar sean coordinados y sus habilidades manuales tengan precisión y destreza.
- Dedica 10 minutos al día a tocar de forma consciente a tu hijo, empezamos desde el tronco hacia las extremidades con un tacto profundo, tipo abrazo, como si lo amasaras, imagina que estas pintando su piel y no quisieras dejar ni un cachito en blanco.
El niño percibe el mundo principalmente a través de las emociones, el juego y el afecto. Cuando juega entra en modo aprendizaje, es la forma preferida que tiene su cerebro para aprender. Utiliza el juego y la diversión para desarrollar tanto sus habilidades motoras como intelectuales y como herramienta de educación.
- Túmbate en el suelo, ponte a su nivel y adéntrate en su mundo. Los fisioterapeutas pediátricos recomendamos actividades del tipo: rodar sobre sí mismos, girar dando vueltas y vueltas, dar volteretas, los columpios, saltar a la comba, en camas elásticas, patinar… Estos juegos desarrollan su equilibrio, la coordinación de sus movimientos y entrenan su sistema vestibular del que ya hemos hablado (Post).
Dormir bien y el suficiente número de horas ha demostrado su relación con el correcto desarrollo. Durante el sueño ocurren funciones tan importantes como la organización de la memoria a corto plazo, fijación de los recuerdos, reparación de tejidos…Si hay problemas de sueño desde bebé no lo tomes como normal y busca ayuda, suele deberse a molestias que pueden ser tratadas en la mayoría de los casos.
- Establece buenos hábitos de sueño, marca unos horarios, favorece que sea de calidad propiciando un ambiente tranquilo, limita el uso de televisión, pantallas o videojuegos durante todo el día pero especialmente antes de irse a dormir.
Entre los 2 y los 5 años el niño adquiere vocabulario a un ritmo de 50 palabras por día, el lenguaje tiene una enorme trascendencia en el desarrollo de la inteligencia, le permite adquirir conocimientos y transmitirlos.
- Háblale mucho, usa frases y un vocabulario lo más variado posible, el contacto con otras personas, con otros mundos presentes en los cuentos o en los libros lo transporta a otros contextos que enriquecerán su lenguaje. Dedica todos los días un ratito a la lectura. Aprovecha que es una esponja para ofrecer el mayor número de estímulos, si te planteas introducir un segundo idioma cuanto antes lo hagas mejor, a partir de los 6-7 años es más difícil reconocer y reproducir nuevos sonidos.
Fomenta su autonomía, ten paciencia, aprender les lleva tiempo y seguro que tú lo harías más rápido, pero solo haciendo las pequeñas tareas que están a su alcance desarrollará sus habilidades.
- Permite que se vista y se desvista por sí solo, se ate los cordones, habitúalo a poner sus zapatos juntos, a ordenar su ropa, sus juguetes…Desde el momento en que puede utilizar sus manos deja que coma solo, adapta los cubiertos si es necesario, permite que colabore poniendo la mesa o recogiendo su vaso y plato al terminar.
Los niños desarrollan buena parte de sus habilidades intelectuales y emocionales a través de la observación y la imitación. Por ejemplo: si quieres que tu hijo sea sincero, deberá ver que tu lo eres, tanto con él como con el resto de las personas de tu alrededor. No te preocupes si no te escuchan, te están observando a cada instante.
- Ofrece buenos modelos que el niño pueda imitar, tú eres su modelo de persona, aprovecha para mostrarle la mejor versión de ti mismo.
Como cualquier persona, tu hijo busca reconocimiento y recompensa con sus actos. Está demostrado que a nivel cerebral, los refuerzos materiales son menos gratificantes que los refuerzos emocionales. Si cuando el obedece se lo agradeces entenderá que la cooperación une y es un valor importante. Sin embargo, si le compras un juguete entiende que tener cosas materiales es algo valioso en la vida o si le ofreces la comida (chuches, chocolate…) como recompensa la utilizará en un futuro para sentirse bien consigo mismo.
- Que la recompensa no sea el motor del niño, sino la consecuencia satisfactoria que ayude a que las conductas positivas se repitan. Juega a algo que sabes que le gusta mucho, dale las gracias, felicítalo, reconoce su esfuerzo, permítele un privilegio (elegir la próxima película). En resumen, refuerza con reconocimiento, tiempo y cariño.
El hipocampo del cerebro del niño se encarga de almacenar los conocimientos sobre sí mismo que van a permitirle tomar decisiones en su vida. Todos los mensajes negativos que un adulto emita sobre un niño quedan grabados en su memoria dañando su autoconcepto y limitando sus posibilidades. El vínculo que se establece entre padres e hijos es la clave de la autoestima, cuando un niño se siente seguro y querido incondicionalmente, crece sintiéndose una persona valiosa y que merece sentirse bien.
- Cultiva el afecto dándoles besos, abrazos, diles que los quieres cada vez que tengas la oportunidad. Pasad juntos tiempo de calidad, hazlo sentirse especial. Que al final del día el número de comentarios positivos que has regalado a tus hijos supere al de órdenes, instrucciones o comentarios negativos.
El desarrollo de cada niño tiene su propio ritmo, requiere de unos progenitores pacientes que sepan acompañar, estén presentes y disponibles. El niño dará sus mejores frutos en el momento en que esté preparado. Sembrar la felicidad requiere de: cultivar su paciencia, aprender a tolerar la frustración, mantener una actitud positiva ante la vida, superar sus miedos, reconocer sus logros y capacidades, tener confianza en sí mismo y ser agradecido.
Deje su comentario