El Síndrome del Intestino Irritable (SII) o Irritable Bowel Syndrome (IBS) en inglés, es una patología de índole multifactorial, pero a pesar de ello, muchos profesionales sanitarios ejercen una visión reduccionista en su diagnóstico y por consiguiente en su tratamiento.

Si has sido diagnosticado de SII posiblemente te habrán dicho que se debe a los nervios, al estrés o a que no comes de forma adecuada y aunque esto pueda tener algo que ver, este síndrome va mucho más allá.

Es fundamental hacer un buen diagnóstico y para ello debemos ceñirnos a los criterios de Roma IV que fueron propuestos en junio de 2016. Todos los estudios anteriores a esta fecha estarán diseñados bajo otros criterios diagnósticos, por lo que no nos servirán en el estudio del SII.

Los mecanismos fisiopatológicos del SII desencadenan una alteración en el eje Sistema Nervioso Central – Sistema Nervioso Entérico (visceral) e incluyen:

  • Alteración de la motilidad, es decir, del movimiento del bolo alimenticio y de las heces a través del tracto gastrointestinal (estreñimiento, diarrea o ambas).
  • Hipersensibilidad visceral: dolor abdominal de tipo visceral.
  • Alteración de la mucosa y del sistema inmune y por tanto de la inmunomodulación, debido posiblementea una hiperpermeabilidad intestinal.
  • Alteración de la microbiota: cambios en la diversidad de nuestras bacterias intestinales.
  • Alteración del sistema nervioso central, cambios en la señales que el cerebro envía y recibe del intestino (eje intestino- cerebro).

Las causas que se barajan son varias, aunque estamos seguros de que aún se desconocen algunas de ellas:

  • Predisposición genética. Pero recordad que los genes cargan la pistola y son lo hábitos los que la disparan.
  • Infección bacteriana o parasitaria.
  • Exceso de estrógenos, lo que conlleva una mayor desgranulación de mastocitos e incremento de histamina a nivel intestinal.
  • Histaminosis, deficit de DAO o Sindrome de Sensibilización Central (SSC).
  • Cambios en la microbiota intestinal.
  • Estrés mantenido.

Además de tener en cuenta todo lo anterior habría que abordar el SII desde una perspectiva biopsicosocial, teniendo en cuenta la personalidad de cada persona, la capacidad para gestionar situaciones de estrés, relaciones sociales, culturales…

Los síntomas más comunes son:

Síntomas intestinales:

  • Dolor abdominal.
  • Diarrea.
  • Estreñimiento.
  • Flatulencia.
  • Hinchazón.

Síntomas extraintestinales:

  • Alteración de la función sexual.
  • Dismenorrea, dolor durante el periodo.
  • Dispareunia, dolor durante las relaciones sexuales.
  • Incremento en las ganas de orinar.
  • Fatiga crónica.
  • Alteración de la articulación temporomandibular (ATM).
  • Asma.
  • Cefalea.
  • Dolor pélvico crónico.

Para establecer correctamente un diagnóstico de SII se debe cumplir los siguientes criterios durante los últimos 3 meses, con un inicio de los síntomas por lo menos 6 meses antes del diagnóstico:

  • Dolor abdominal recurrente, al menos una vez a la semana y asociado con dos o más de los siguientes síntomas:
    • se relaciona con la defecación.
    • se asocia con un escaso número de deposiciones.
    • se asocia a deposiciones duras o en forma de bolitas tipo cabra.
  • Además puede acompañarse con uno o más de los siguientes síntomas:
    • Alteraciones del ritmo en las deposiciones: estreñimiento, diarrea o mixta.
    • Hinchazón.
    • Distensión abdominal.

Habría que diferenciar el SII de cualquier enfermedad inflamatoria intestinal como podría ser una Colitis Ulcerosa o una enfermedad de Crohn, que son de origen autoinmune, por lo que su abordaje terapéutico sería distinto. Para ello podrían ser de utilidad algunas pruebas complementarias como:

  • Calprotectina fecal.
  • Lactoferrina fecal.
  • Estudio de la microbiota, principalmente de las cepas Escherichia coliFaecalibacterium prausnitzii

Fuentes: